Serbia es uno de los lugares que todo el mundo tiene que visitar en algún momento de su vida. Este gran desconocido de la antigua Yugoslavia ha sido uno de los países que más me han sorprendido, sobre todo, por su relato histórico aún latente entre sus calles, su arquitectura y su gente. Sin olvidar su completa oferta turística y la posibilidad infinita de actividades que tenemos para realizar. Si eres como yo y cuando viajas quieres aprovechar al máximo el tiempo para conocer el país, te recomiendo que te apuntes a uno de los completos viajes en grupo que encontramos en el sector turístico, como los que organiza Ekorna, con quien tuve la oportunidad de planificar este estupendo viaje. A continuación, te explico qué debes visitar si estas pensando en viajar a Serbia.
Belgrado, entre Oriente y Occidente
Este país limítrofe entre los imperios de Oriente y Occidente tiene un montón de secretos y lugares escondidos que merecen la pena ser visitados. Te recomiendo que, al menos, le dediques un par de días o tres para poder aprovechar al máximo tu estadía en la ciudad y empaparte con la mentalidad de la zona y, por supuesto, probar los deliciosos manjares serbios —influenciados por la cocina mediterránea, la cocina griega, la cocida turca y la cocina húngara— que le confieren a su gastronomía un sabor único y muy variado. Si estás pensando en viajar a la capital serbia, hay algo que no puedes perderte.
En mi caso, me llamó mucho la atención la fortaleza de Kalemegdan. Se trata de un parque natural ubicado en la zona más antigua de Belgrado, el cual todavía conserva los restos de una fortaleza que se alza imperante ante las confluencias del Río Danubio y del Río Sava. Por supuesto, no puedes perderte la Catedral del Arcángel San Miguel, el Templo de San Sava o la aglomerada Plaza de la República.
NoviSad, la Atenas serbia
Esta ciudad se encuentra a tan solo una hora de Belgrado. Esta ciudad es de lo más memorable, sacada de cualquier estampa de viajes; con sus techados a dos aguas, su amplia plaza junto a la Catedral de San Jorge y sus pintorescos paisajes alrededor del cauce del río. Sin olvidar la impresionante fortaleza de Petrovaradin, que antaño fue la mayor fortificación del imperio austrohúngaro. Además, esta ciudad acoge cada año un conocido festival de música que se conoce como EXIT. Este suele atraer miles de visitantes en la época de verano. Por otro lado, si eres de los que no tienen miedo a nada, también puedes alternar tu plan con una visita a las catacumbas de la ciudad. ¡Ojo, no apto si tienes claustrofobia!
Parque Nacional Kopaonik
Normalmente este parque suele ser visitado con mucha frecuencia en invierno, ya que es una de las zonas montañosas más grandes de Serbia y una de las principales estaciones de esquí. Este es el destino preferido de los serbios para practicar deportes de invierno en las temporadas de nieve. No obstante, sin viajas en verano —como en mi caso— este parque nacional también resulta de gran atractivo por sus abundantes zonas verdes y el aire puro de montaña. Nunca viene mal para poder desconectar y recargarte de energía. Además, los pueblos que podemos encontrar alrededor son de gran encanto y hay una amplia oferta de hoteles rurales.
El Parque Nacional del Djerdap
Este parque nacional es conocido porque sobre él transita el cauce del Río Danubio, así como ramificaciones en lechos más o menos grandes que convierten todo el recorrido y caminos en una zona verde con abundante naturaleza y lleno de vida. Pero, lo que más destaca de este bonito enclave es que en él encontramos la Puerta de Hierro. Esta es una presa en la cual se acumula el agua del Danubio y que nos deja una majestuosa vista digna de admirar durante horas. Es un lugar estupendo para relajarse y disfrutar de la naturaleza. Eso sí, cuando vayas a visitarla acuérdate de llevarte zapatillas cómodas y algo para comer o para beber ya que las distancias son largas. Mi recomendación es que lo hagas en verano y aproveches el buen tiempo.
El Monasterio de Studencia
Quizá este enclave es uno de los que más me gustaron ya que en él puede verse el reflejo de una época pasada y los retazos que todavía hoy siguen presentes. Me encantó este monasterio por su arquitectura de estilo romántico y bizantino y sus innumerables frescos que adornan todas las paredes y techos del lugar. El mismo fue fundado en el siglo XII y es considerado como la abadía más grande de toda Serbia. Además, este fue declarado como Patrimonio del la Humanidad por la Unesco. Por otro lado, este monasterio cuenta con la Iglesia de Nuestra Señora y todo su entorno está rodeado de montañas y pastos verdes y floreados.
Merece la pena destacar que este monasterio se encuentra en el centro del país, por lo que resulta un buen punto de partida para comenzar con el viaje a Serbia, disfrutando los paisajes del interior hasta los límites.