Contar con una piel suave y luminosa no es difícil, pero hay muchos factores externos que no nos lo ponen nada fácil. La fatiga, el estrés, una mala alimentación, unos hábitos poco sanos por la escasez de tiempo o una rutina de cuidado facial inadecuada pueden determinar que nuestra piel no luzca tan luminosa, sana y joven como nos gustaría, pero no todo está perdido. Hay muchas formas de conseguir que la luminosidad de tu rostro regrese y puedas lucir una piel más tersa y menos apagada así que en este artículo vamos a contarte cómo conseguirlo. ¡No te lo pierdas!
Causas de la piel apagada
Como comentábamos, son muchos los motivos por los cuales nuestra piel puede haber perdido luminosidad. Factores como el estrés, la ansiedad o la fatiga pueden ser determinantes. Si nos encontramos en una época en la que el trabajo o nuestra situación personal nos genera mucho estrés o no estamos descansando bien, es natural que la piel pierda esa luminosidad tan característica que queremos recuperar. Si no conseguimos dormir el tiempo necesario ni alcanzar el descanso adecuado, no conseguiremos que nuestra piel recupere su suavidad.
No obstante, hay otros factores además de este tipo de situaciones. En tanto que estos ejemplos hacen referencia a factores externos y que rara vez podemos controlar, ya que dependen de lo que nos ocurre y es más estacional debido a picos de tensión en el trabajo o en la familia, hay también otros motivos por los cuales la piel se puede mostrar apagada. Por ejemplo, el consumo excesivo de alcohol o de tabaco puede contribuir a que nuestra piel luzca más apagada, ya que los efectos adversos de este tipo de sustancias afectan de forma directa a nuestro cutis. De igual forma, una alimentación desequilibrada, en la que nos estén faltando nutrientes o específicamente vitaminas, también afectará negativamente el aspecto de nuestra piel.
Finalmente, no beber suficiente agua es también un factor que puede acelerar el envejecimiento y perjudicar cómo luce nuestro rostro. Todo esto son, además, factores que pueden afectar negativamente a nuestra salud tanto a corto como a largo plazo, y aunque es importante cuidarlo para que nuestra piel vuelva a lucir sana, tenemos que buscar ese equilibrio para asegurarnos de que nuestra salud permanece en perfecto estado, pues no es una cuestión únicamente estética.
¿Qué debemos evitar para cuidar la piel?
Para cuidar nuestra piel hay que evitar todo lo que hemos mencionado anteriormente. Hay veces en las que nos es imposible y por lo tanto tenemos que tratar de lidiar de la mejor manera posible con la situación. Por ejemplo, no podemos controlar que en nuestro entorno laboral llegue un pico de trabajo o cometamos un error que nos genere ansiedad, así que el estrés es algo con lo que vamos a tener que convivir a menudo, no obstante no tenemos pero qué permitir que nos afecte en exceso, y en cualquier caso contrarrestar los efectos adversos que pueda tener sobre nuestra piel con la utilización de productos cosméticos especialmente diseñados para ello.
Lo que sí está en nuestra mano, sin embargo, es evitar el tabaco y el alcohol, por ejemplo. Se trata de sustancias nocivas que, consumidas en exceso, pueden alterar nuestra piel de forma prácticamente permanente. Los efectos del tabaco en nuestro aspecto y en nuestro cutis están más que probados, y aunque la totalidad de esos efectos llegará más a largo plazo que no a corto plazo, es innegable que se trata de un factor clave para que nuestra piel no esté tan suave y luminosa como nos gustaría. Lo mismo ocurre con el alcohol: beber de vez en cuando una copa de vino o algún cóctel no tendrá una repercusión negativa en nuestro rostro, pero abusar de él sí.
También debemos evitar renunciar a nuestras jornadas de descanso. Dormir bien es algo que mucha gente infravalora porque cree que puede vivir a base de café, pero el descanso es crucial no solo para nuestra salud física y mental, sino también para nuestra piel. Y, además, el exceso de cafeína también puede generar que nuestra piel se apague y no luzca como queremos, así que la combinación de no descansar bien y beber demasiado café puede ser determinante para que nuestro rostro tenga un aspecto apagado y más envejecido.
Finalmente, evitar la comida basura, el exceso de grasas y las bebidas azucaradas. Como con todo, no se trata de renunciar a ello de forma permanente y no volver a probar ningún alimento de esas características, pero hay que buscar el equilibrio para asegurarte de que mantienes una dieta balanceada y de que a diario consumes todos los nutrientes que tu cuerpo, y por lo tanto tu piel, necesita. En esta misma línea, beber suficiente agua, al menos 2 litros al día, también ayudará a eliminar toxinas y a que tu piel se vea más sana y joven.
¿Qué hacer para tener una piel suave y luminosa?
Es imprescindible contar con una rutina facial adecuada para nuestro tipo de piel. De hecho, otro de los factores evidentes que pueden generar que nuestra piel no luzca suave y luminosa es, o bien no cuidar la piel del rostro en absoluto, no utilizando cremas hidratantes ni limpiadores faciales, o bien estar utilizando productos para un tipo de piel que no es la nuestra.
Así pues, lo primero es adquirir hábitos de vida sanos que impliquen un correcto descanso, el consumo de agua que necesitamos, una dieta equilibrada y huir de los excesos de sustancias nocivas para nuestro organismo como es el alcohol y el tabaco. No obstante, igual de importante es cuidar nuestra piel con los productos correctos y entender cada paso de una rutina facial para no saltarnos ninguno y conseguir que nuestro rostro recupere su luminosidad. Para ello, vamos a finalizar este artículo explicándote cómo debe ser una rutina facial diaria, y qué tipo de productos no pueden faltar en ella para conseguir que tu piel vuelva a brillar.
¿Cómo debe ser la rutina facial diaria?
Lo primero que debes hacer siempre que vayas a iniciar tu rutina facial es limpiar la piel. Si sabes cuál es tu tipo de piel sabrás bien cuál es el producto adecuado para llevarlo a cabo, pero por norma general lo ideal es recurrir a una espuma limpiadora que te permita limpiar en profundidad sin tener que alterar la piel de alguna manera. Por ejemplo, productos con alcohol, como son algunas toallitas desmaquillantes, no suelen ser la mejor opción para limpiar el rostro porque pueden irritar la piel, y aquellas personas que padezcan de alguna condición como puede ser la rosácea lejos de conseguir una piel más limpia y sana solo conseguirán enrojecerla. Así pues, opta por una espuma limpiadora suave y efectiva, y antes de aplicar otro producto asegúrate de que tu piel está limpia y seca.
Aplica seguidamente el tónico. El tónico facial tiene la función de restablecer el pH de la piel después de la limpieza, y aunque muchas veces nos olvidamos de él se trata de un elemento muy importante a incorporar en nuestra rutina facial, justo después de la limpieza, porque así prepara la piel para el resto del skincare. Seguidamente, es momento del contorno de ojos. La zona de los ojos es una de las más sensibles del rostro, por eso requiere de un cuidado especial. El contorno de ojos tiene como función mejorar la textura de la piel, ya que se encarga de hidratar esa parte, y además contribuye a reducir la aparición de ojeras, bolsas, manchas y arrugas.
A continuación, aplica la crema hidratante. De nuevo, depende mucho de cuál es tu tipo de piel, pues hay cremas hidratantes cuya base es acuosa y cuentan también con aceites y cremas hidratantes que le dan prioridad a la solución basada en agua. Por ejemplo, si tu piel es grasa o mixta será preferible que optes por estas últimas, pero si es seca o sensible las primeras ayudarán a que recupere su color y tenga una textura más suave y menos áspera.
Si vas a salir, es decir, si estás aplicando la rutina facial diurna, a continuación tendrás que contar con el protector solar, ya que está demostrado que utilizar este tipo de producto ayuda a retrasar el envejecimiento al proteger la piel de los efectos nocivos del sol. No obstante, es un paso que puedes saltarte si esta rutina la estás aplicando para la noche.