¡Qué tal! Buenos días a todas y todos, en primer lugar, quería aprovechar para presentarme —para quienes no me conozcan todavía— y para hablaros sobre mi experiencia utilizando una faja reductora. Soy Vero Ruiz, soy bloguera y como muchas/os sabréis me dedico al mundo de la moda.
Lo que hoy os vengo a contar es mi experiencia utilizando una faja reductora. Algo que me ayudó a superar un serio problema de confianza que llevaba años arrastrando. Al igual que muchas y muchos, mi problema con los kilitos de más me hacía sentir insegura y a disgusto con mi cuerpo la mayor parte del tiempo. Desde adolescente siempre fui una persona con una constitución más o menos delgada, hasta que cumplí los 25, momento en el cual —por determinados circunstancias personales y motivos que afectaron enormemente a mi estabilidad emocional— cambié mis hábitos. Lo cierto es que, como muchas personas, me refugié en la comida y —aunque era consciente de que no era la solución adecuada— acabé ganando un poco de peso.
En fin, el problema fue a más y mi estado de ánimo a menos. Me costaba salir a la calle ya que no quería mirarme en el reflejo de los coches ni en el de las puertas de los portales. Sé que puede sonar absurdo e increíble como una persona puede rechazar de tal manera su cuerpo —pero ocurre, y lo peor de todo es que no fui ni seré la única persona—. Os hablo de mi experiencia personal utilizando una faja reductora porque forma parte de todo el proceso de aceptación que he tenido que llevar a cabo para corregir mi problema, pero lo cierto es que me resultó de gran utilidad —de grandísima utilidad—.
Una faja reductora para acabar con las curvas
Por supuesto, una faja reductora no va a curar un problema tan serio como el de la baja autoestima. Lo digo y lo reconozco sin miedo, tuve que ir al psicólogo para poder asimilar que mi cuerpo es mi cuerpo y que aquella persona era yo. Para aprender a quererme —a amar mis imperfecciones— y para afrontar los problemas de otra forma. Pero también he de reconocer que la faja reductora me ayudó mucho en los primeros pasos y que actualmente la sigo usando debido lo práctica que resulta, no solo para definir la figura, si no también para evitar trasparencias, mejorar la comodidad al usar vestidos ajustados…
La faja reductora me sirvió para estar más a gusto con mi cuerpo y para verme más bonita. Para poder salir a la calle y no estar pendiente todo el rato de si se me marcaban los michelines. Quiero aprovechar para dar ánimos a todas las personas que se encuentren en una situación similar y sobre todo para afirmar que puedes estar a gusto y feliz con el cuerpo que tienes y que siempre tienes tú el control sobre él. Aclarado este punto, si todavía no saber qué es una faja reductora debes tener en cuenta que esta te servirá para estilizar tu figura y te ayudará a disimular tus michelines. La faja reductora te permite tener una figura mucho más uniforme, es una motivación para verte más bonita y para evitar la mayoría de tus complejos cuando sales a la calle. Y sí, puedes usar vestidos y no sentirte mal contigo misma. Incluso puedes sentarte y los michelines no se te marcarán.
De hecho, yo cuento con varias de ellas. Ahora os explico por qué. Por lo general, siempre las elijo de este portal especializado en salud. Os dejo el enlace para que podáis verlas por vosotras mismas: http://salud10.top/mejores-fajas-reductoras-de-abdomen/.
¿Por qué sigo utilizando faja reductora?
Os preguntaréis por qué sigo llevando faja reductora si conseguí superar mi problema. Pues bien, a parte de que las fajas reductoras se utilizan para estilizar la figura —ocultando los michelines y demás—, estas también pueden ser utilizadas por muchos otros motivos. En mi caso la utilizo porque me gusta mucho llevar vestidos ajustados, sobre todo en las noches de verano.
Cuando me pongo la faja reductora, a parte de que esta estiliza mi figura, el vestido resulta mucho más fácil de poner y por supuesto queda mejor. Además, hay muchos tipos de fajas. Yo suelo decantarme por las que cubren también la zona de los glúteos, lo que significa que no tengo que preocuparme por el problema de las transparencias cuando utilizo uno de mis vestidos. Lo cierto es que se gana mucho en comodidad.
Como os decía, hay muchos modelos y cada uno tiene su función. Algunas fajas tienen la espalda descubierta y otras son del tipo pantalón, lo que significa que llegan hasta los muslos. Aunque no las he utilizado, por lo que he podido leer estas fajas están recomendadas para reducir la celulitis y para acabar con los problemas de piel de naranja. La presión en este caso ayuda a evitar la retención de líquidos —como si fuera uno de los tratamientos de presoterapia de los que he hablado en alguna ocasión—.
En fin, espero que os pueda ser de ayuda este artículo y que, si tenéis problemas de autoestima, probéis con una de estas fajas. Pero, sobre todo, que aprendáis a estar a gusto con vosotras mismas y que aceptéis vuestro cuerpo tal como es.